En nuestras instalaciones cultivamos y cosechamos la espirulina con el mayor cariño y profesionalidad en todas y cada una de las etapas necesarias para ofrecerte un alimento con la máxima calidad y frescura.
Una espirulina de gran calidad es aquella que conserva una mayor cantidad de compuestos bioactivos con capacidad antioxidante y antiinflamatoria. La concentración de estos compuestos depende sobre todo de cómo se procesa la espirulina tras el cosechado. En el caso de los cultivos industriales, la espirulina se seca a elevadas temperaturas (180ºC) en un proceso llamado spray-drying o pulverización. En este proceso las células de espirulina se rompen liberando todo su contenido y las moléculas bioactivas (vitaminas, antioxidantes, enzima superóxido dismutasa) se degradan rápidamente, por lo que la espirulina producida de este modo pierde gran parte de sus propiedades beneficiosas para la salud.
Nuestra espirulina se cultiva en unas piscinas someras llamadas “raceways” en el interior de un invernadero, de forma que podemos controlar la temperatura y la iluminación, además de evitar la contaminación del agua por deposiciones atmosféricas y de origen animal. Gracias a las condiciones particulares de nuestro cultivo hemos conseguimos obtener una espirulina con una elevada cantidad de pigmentos como la ficocianina, molécula con gran interés para la salud humana debido a su elevada capacidad antioxidante y antinflamatoria.
La espirulina se cosecha mediante un filtrado suave a través de un tamiz muy fino. Posteriormente, se elimina el agua sobrante por prensado mediante vacío que nos permite mantener la integridad de las células y, finalmente, la deshidratamos a baja temperatura (por debajo de 40ºC). De esta forma conseguimos que la espirulina mantenga todas sus propiedades.
Cómo podéis ver se trata de un proceso totalmente artesanal, en el que cada uno de los procedimientos está encaminado a la obtención de una espirulina de la máxima calidad y frescura.
