La espirulina cultivada y procesada de forma artesanal es de máxima calidad
Lo primero en lo que debes fijarte es el modo en el que se ha cultivado la espirulina. Es muy importante que el cultivo se realice bajo un invernadero o una cubierta que lo proteja de las deposiciones atmosféricas. Esto es, que el cultivo no esté expuesto directamente al aire libre ya que de ese modo todo tipo de sustancias van a poder contaminar o alterar la composición del medio de cultivo. Por ejemplo, en estos primeros cinco meses del año 2021 hemos sufrido hasta seis invasiones de polvo sahariano, dos de ellas particularmente muy intensas que dejaron calles, terrazas y mobiliario urbano cubiertos de una capa de arena o polvo procedente del Norte de África. Todas esas partículas contaminantes, si el cultivo está expuesto al aire libre, van a terminar en el interior del cultivo y, posteriormente, van a repercutir negativamente en la calidad de la espirulina que le llega al consumidor.
Otra de las claves para conseguir una espirulina de alta calidad es el proceso de secado. La espirulina se comercializa en su forma deshidratada porque es la mejor forma de conservarla y comercializarla. Para que mantenga todas sus propiedades nutricionales y terapéuticas intactas el secado debe realizarse a baja temperatura, no superándose los 45ºC durante todo el proceso, que puede llegar a durar entre 4 y 6 horas.
Cuando compras espirulina en polvo o en comprimidos es muy probable que esté producida de forma industrial, es decir, que el proceso de secado se ha realizado mediante una técnica conocida como spray drying, que consiste en secar o deshidratar la espirulina a temperaturas muy elevadas (entre 120ºC y 150ºC). Como es lógico, este tipo de espirulina pierde gran parte de sus nutrientes ya que estos se oxidan y degradan rápidamente a temperaturas tan elevadas. Por ejemplo, en el caso de la ficocianina se ha visto que puede verse reducida en un 45% su concentración en este tipo de espirulinas industriales.
¿Por qué comprar espirulina ecológica no garantiza la calidad del producto?
Por otro lado, tenemos el caso de la espirulina con certificación ecológica. Esta certificación no es sinónimo de calidad, ya que solo tiene en cuenta el tipo de insumos o nutrientes que se utilizan para mantener el cultivo. Es más, es muy probable que la espirulina con certificado ecológico tenga una calidad mediocre y precios muy baratos (aunque algunos la vendan a precios elevados queriendo simular que es de calidad).
El problema en este tipo de espirulina radica en que la fuente de nitrógeno para el cultivo no puede ser de origen mineral, si no que debe ser orgánica según marcan los reglamentos establecidos en la UE para la agricultura ecológica. Lo que ocurre cuando se introduce un producto orgánico en el cultivo de espirulina es que esto provoca la proliferación de otros microorganismos no deseados que aprovechan esta materia orgánica de manera mucho más eficiente que la espirulina y, por tanto, se multiplican incluso más rápido que la espirulina. Para asegurarse de que ninguno de estos microorganismos pueda desarrollarse posteriormente sobre la espirulina envasada (recordemos, en polvo y/o comprimidos), se somete al proceso de “spray drying” que hemos comentado anteriormente.
Así pues, cuando estemos ante productos etiquetados con el sello ecológico, tenemos que pensar que serán productos: 1) sometidos a elevadas temperaturas (quemados) y de calidad mediocre; 2) con contenido en espirulina bajo ya que una proporción grande del producto estará formada por los restos de otros microorganismos; 3) el gasto de agua se ve incrementado significativamente ya que hay que estar renovando continuamente el medio de cultivo al añadir materia orgánica en el mismo.